Para un hombre veterano de guerra, superar los traumas que le dejaron sus años en el ejército sirviendo al país en el campo de batalla, puede convertirse en una cruz verdaderamente difícil de sobrellevar.
Muchos terminan con cuadros severos de estrés post traumático. Y si no fuera por la ayuda de profesionales, del apoyo de su familia, y de los hermosos perritos de terapia especializados para ello, no podrían reescribir su historia y encontrar una razón para vivir.
Daniel Hove era un reconocido soldado de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, que tras retirarse fue Jefe de Bomberos de Burnsville, Minnesota. Pero ninguna batalla ni ningún incendio podía ser tan difícil de sobrellevar como el aterrador diagnóstico médico que recibió: cáncer de páncreas.
El hombre con cáncer y su perro que nunca se separó de su lado fallecieron el mismo día
Afortunadamente, además del apoyo de su familia en tan duro momento, tendría un amigo leal, de esos que te acompañan en las buenas y en las malas, de esos que son capaces de velar tus sueños mientras enfermas, de esos que lo único que les importa es estar a tu lado.
Ese era su perro leal Gunner, un labrador de 11 años de edad.
Desde que le diagnosticaron de cáncer, Gunner simplemente decidió no apartarse jamás de su lado. Al punto que instalaron una camita junto a Daniel para que el perrito velara sus sueños.
Era la única forma de que dueño y mascota durmieran tranquilamente. ¡Es tan conmovedor!
Las fotos de los últimos años muestran al perro leal acurrucado en la cama pegada a la de su dueño. Pase lo que pase, Gunner se aseguraba no estar separado de su humano favorito más que unos pocos centímetros de distancia.
«Fueron los mejores amigos hasta el final», dijo la hija de Daniel, Heather Nicoletti. «Iban juntos a todas partes».
Por eso, a nadie le sorprendió que cuando Daniel entró en la fase terminal de su enfermedad, y sus días estaban contados, el perrito enfermara gravemente al unísono que su dueño.
«Cuando mi papá se agitaba, el perro se agitaba; cuando mi papá estaba inquieto, el perro estaba inquieto; mi papá no respondió, el perro no respondió…», relató Heather.
Un día vieron que el perrito ya casi no se movía, entonces supieron que su momento final se acercaba. Con sus corazones deshechos decidieron llevarlo al veterinario para que lo pusieran a dormir, era lo más justo para que partiera sin sufrir.