Un día, un transeúnte compasivo notó que la mandíbula de la perra estaba torcida y era evidente que estaba sufriendo inmensamente. Un examen más detenido reveló la desgarradora verdad: Pinky, como luego se la conocería, tenía una mandíbula gravemente fracturada. Su historia es un testimonio de la dedicación y los esfuerzos inquebrantables de personas y organizaciones que trabajan incansablemente para marcar la diferencia.
Pinky vivía en la calle junto a sus cachorros cuando intervino un grupo de ciudadanos preocupados. Al presenciar su sufrimiento, sangrar por la boca y luchar por respirar, no podían quedarse de brazos cruzados. Inmediatamente la tomaron bajo su cuidado y la llevaron rápidamente a RRSA India, un refugio de animales conocido por su compasión y dedicación.